El Ocejon (2048 m). Sierra de Ayllón - Guadalajara - Compañia de Zapadores de la BRIPAC
Fecha y hora de llegada: 27 Enero de 1984 a las 22:00 horas
Total de días: Un dia
Lugar: Sistema Central
Tipo: Ascensión
Dificultad: La precariedad de la vestimenta, el frío y sin crampones y piolet.
Se puede decir que esta fue mi primera ascensión a una montaña, pues aunque hace algunos años que paso y se realizo cuando yo prestaba mis servicios al ejercito de voluntario en la BRIPAC, ( Brigada Paracaidista del Ejercito de Tierra), como CLP, ( Caballero Legionario Paracaidista ), e creído oportuno sacar del baúl de los recuerdos y hacerla participe de mi lista de ascensiones realizadas por mi.
Como paso hace mucho tiempo, y no tengo material fotográfico ni memoria suficiente para contar los detalles, me remito al relato que escribio para la revista BOINA NEGRA, perteneciente a la Agrupación Paracaidista el Sargento de mi compañía (CIA. ZAPADORES), FCO.LOPEZ BURGUETE.
EJERCICIO IB-I/84 - Ascensión al Ocejon
Ya, incluso antes de comenzar las maniobras, planeaba sobre nosotros la subida al Ocejon, desde que apareció mencionada en el programa del ejercicio. Procuramos obtener una visión inicial en el pequeño mundo del papel que es el plano, y desde el primer momento nos dimos cuenta que seria penosa y que dado el clima propio de la temporada y de la zona, nos encontraríamos con una difícil ascensión.
Una vez en nuestro campamento de Tamajon junto a la ermita de “Nuestra Señora de los Enebrales” , durante las sesiones de gimnasia e instrucción y cuando la niebla que reinaba en la cima de la montaña lo permitía, nuestra vista se volvía hacia ella y el que mas y el que menos elucubraba sobre como seria esa ascensión que marcaría el zenit de estas maniobras.
Por fin y tras unas sesiones preparatorias de marcha, rapel y material de escalada, llego el viernes y con el la tan esperada ascensión.
Comimos pronto y nos trasladamos con los vehículos de la compañía hasta Majaelrayo, población distante del campamento a 17 km. A las 14,55 horas comenzábamos a andar. El capitán iba dando consejos prácticos sobre el material, el equipo y el vestuario, consejos que se iban adoptando sobre la marcha. Adoptamos también sabiamente el refrán de ” Empieza como un viejo y acabaras como un joven” , con lo cual las cuatro primeras etapas realizadas por el camino hasta llegar a la linea de cresta que nos conduciría al objetivo, se realizo sin fatiga y con buen humor. La nieve había hecho su aparición al alcanzar la primera etapa y las botas crujían alegremente con ese característico ruido de la nieve recién pisada. El frío provoco la aparición de gorros y bufandas tubulares de los mas variopintos tonos desde el verde al caqui.
Al llegar a la cresta hubo un momento de silencio general al observar el bello panorama que se extendía a nuestros pies y a nuestro frente, dominador en uno y dominado en otro, que semejaba la espina dorsal de cuchillas de pizarra de un dragón cubierto por la nieve cuya cabeza fuera el Ocejon. Silencio que se rompió en alegre algarabía al comunicarnos el Capitán que durante las cuatro ultimas etapas habíamos cubierto el recorrido con adelanto sobre el horario previsto. Eran las 16,13.
Continuamos nuestra marcha sobre la linea de crestas precedidos por dos perrillos que nos seguían desde el pueblo y que fueron adoptados inmediatamente por la compañía. A medida que subíamos la pendiente iba siendo mas pronunciada y con ella el cansancio; la nieve endurecida formaba costras de hielo que favorecieron los primeros resbalones que fueron acogidos por grandes risas por los que aun no los habían probado.
Cuando rebasamos el ultimo tramo de la cresta eran las 16,28 y comenzó la propiamente subida al Ocejon. Dada la dificultad de avance que nos imponía el hielo, el Capitán dio la orden de que los mandos que disponían de piolet pasasen al principio de la hilera con lo cual se podía ir tallando escalones en el hielo que luego serian aprovechados por los de atrás.
Veíamos que la noche se nos echaba encima y la pendiente aumentaba a medida que la cima se iba acercando; la tensión se reflejaba en la cara del Capitán, que tenia en su mano el culminar la escalada y bajar de noche o dejarla para otro año. Una mirada general nos convenció a todos de que pensábamos igual: “Una vez que estábamos aquí no nos vamos a volver” ; y por fin tras los cincuenta metros mas lentos que he hecho en mi vida, alcanzamos el túmulo de piedras que marcaba los 2048 metros a las 18,20 horas de un 27 de Enero.
Un cigarro, un cohete rojo para decir al mundo de que estábamos allí, y a bajar. A partir de aquí hay que hacer un punto y aparte, pues lo que vino después no tenia hilacion o parangón posible con lo que hasta aquí habíamos pasado.
La montaña que asta ahora había sido amigable, se torno arisca de golpe, comenzó a nevar y la nieve que menudeaba con el hielo se endureció rápidamente complicando aun mas las cosas.
Lo mejor era seguir las huellas de la subida pero con la oscuridad se hizo imposible por lo que iniciamos la bajada a ciegas, sin mas referencia que las luces del pueblo, que engañosamente nos hicieron desplazarnos demasiado a la derecha, donde era imposible intentar seguir.
Una vez percibido el error, comenzamos a caminar a media ladera, a 1700 metros hasta que por fin, alcanzamos el barranco del Soto. A todo esto, nadie se reía ya de las caídas de los demás, pues todos tenían bastante con controlar las propias; el que mas y el que menos tenia mas de diez sobre sus espaldas.
Los afortunados que tenían crampones se habían defendido bastante bien hasta ahora, los piolet a medias, pero los que no disponían de nada no salían de una para entrar en otra.
Siguiendo el barranco, que estaba bastante poblado de vegetación, lo que nos costo algunos ramazos, logramos conectar con la pista que llevaba al pueblo, a los 1300 mts, de altura, a las 20,30, con lo que volvimos a recuperar el buen humor y, entre caídas y canciones, logramos llegar al pueblo donde nos esperaban los camiones, a las 22,00 horas.
De vuelta al campamento nos esperaba una buena cena, ropa seca y el fuego del campamento.
Para mi que, aquella noche brillo alguna velita nueva en el altar de ” Nuestra Señora de los Enebrales”.
SARGENTO C.A.D. FCO. LOPEZ BURGUETE - Cia. Zapadores
Bueno este es el relato echo por el Sargento, solo tengo que añadir, que entre otras cosas las botas acabaron empapadas y los pies seriamente dañados con ampollas importantes, que el frío era descomunal, pues recuerdo que mas de uno nos orinábamos en las manos para entrar en calor, la ropa era pues camiseta, guerrera y dos cuartos, pantalón y alguno que fue previsor con el pijama debajo, cargados con la mochila , en fin imaginaros con esa indumentaria y sin piolet ni bastones ni crampones etc.. fue duro.
Fernando Sevilla.
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